Entre las yemas de los dedos
apunta la caricia
la piel late en el muslo abandonado
los ojos titubean sin destino
la risa queda ahogada
igual que los susurros
no tienen ya su cauce natural
y se convierten
en aire concentrado en la garganta.
De un lado todo el peso de las cosas
de menos las miradas
de menos los abrazos
de menos las palabras
no tanto las que fueron sino aquellas
que vuelan los espacios poliédricos
de sueños y futuro.
El tiempo es el teórico consuelo
la esquina es el espacio
de los nuevos excesos
las lágrimas, los gritos o los pasos
que arañan el asfalto
que siguen el camino del olvido
el símil desgastado de la herida.
De un lado todo el peso de la vida
del otro los anhelos, los verbos del deber
aprende, crece, suelta.