<<Los Reyes son los padres>>
dijo mi compañera de colegio
y fueron sus palabras como un golpe,
un frío que discurre por la espalda,
inmune a los abrigos, implacable.
<<Mueres y luego, nada>>
zanjó mi tío el médico el verano
que consulté mis dudas sobre el cielo
y la función concreta de los ángeles.
Huyó la niebla de la infancia
el algodón de azúcar, el misterio,
los cuentos se quedaron sin perdices
y en cambio, ese algo amargo, oscuro,
pero cierto.
Los muros protectores son paredes
alzadas en manglares, sin cimientos.
Las frases de consuelo son caricias
que chocan con la piel acorazada
de los cactus.
Y en cambio, entre las piedras
como joyas, estrellas que titilan en los huecos
del suelo gris resquebrajado
brillan puras y libres, las verdades.
<< Todo es mentira>>
<< Todos dañamos>>.