He escrito en una lista
todas las cosas que no quiero
que me persigan.
Marco en rojo cada día
mis avances.
Pero me miro al espejo
y descubro que soy
mi peor enemiga
porque hasta en las enumeraciones
me he vuelto predecible.
No sé cómo, de pronto,
cambiarlo.
Tal vez si rompo
el papel cuadriculado.