Me he propuesto
abrir las piernas,
tragar entre mis ingles
los hombros de los hombres
que a ellas se aproximen,
sean de cuerpos robustos
y mirada noble
o jóvenes esbeltos
y apasionados.
He decidido extenderme
sobre el lecho
como una ofrenda
a los diversos falos que merodeen,
rechazar las recomendaciones,
olvidar los azucarados
guiones de amorosas sandeces,
y en cambio,
dejar que el ritmo claro y procaz
de la naturaleza
acabe con todo
y me satisfaga